El modelo SPRT de construcción postural, es un modelo sencillo y simplificado de la neurofisiología del movimiento. Parte de la base de que la mayoría de nuestros movimientos, gestos o posiciones, son ejecutados por el Sistema Miofascial SM (músculos, tendones y fascias) pero las órdenes son programadas, controladas y reguladas por el Sistema Nervioso Central SNC. Podríamos decir, que nuestros gestos, son el resultado de los mejores intentos del SNC para conciliar las imposiciones biológicas, fisiológicas y ambientales, organizando la respuesta más adecuada posible en cada situación que ejecuta el SM.
Tradicionalmente se ha denominado postura o gesto a la actividad muscular básica y variable, que se adapta, regula y modifica en función de las necesidades y circunstancias de cada momento. La importancia que SPRT atribuye a su carácter adaptativo y funcional hace que nos refiramos a ella como función postural.
El cerebro procesa innumerables “datos previos” y organiza una respuesta. Estos datos provienen de diferentes áreas del cerebro, (somato-sensoriales, visuales, auditivas, cerebelo…), principalmente son: el estado físico (tono muscular y elasticidad del conjunto del sistema miofascial), el estado emocional, las creencias y aspectos psico-sociales, los aspectos circunstanciales o ambientales (ropa, el calzado, la temperatura ambiental, el mobiliario, etc…) y el esquema corporal.
El cerebro “usa como modelo” los “hábitos motrices” aprendidos más utilizados recientemente y aplica tres “reglas fundamentales” para organizar la respuesta:
- Mantener el equilibrio y estabilizarlo
- Gastar la menor energía posible
- Gastar la energia de la manera menos dolorosa o molesta posible.
Estas normas, conjuntamente con la intencionalidad del movimiento o la postura (que en SPRT denominamos “facilitación”) son claves para producir la respuesta mejor adaptada en cada situación, por ello, las nuevas respuestas que se programen, para ser reeducadoras, deben ser coherentes con estos principios.
Las respuestas musculares que mantienen la función postural son de carácter automático y tienen mucho que ver con las fuerzas de acción-reacción a la gravedad y con el comportamiento de las “líneas miofasciales”. Podemos afirmar que nuestra postura es consecuencia directa de cuatro “relaciones”: la posición que toma la cabeza respecto al eje del cuerpo, de los diferentes apoyos de los pies en el suelo, de lo que hacemos con las manos respecto al tronco y de nuestra respiración.
Utilizando estas cuatro “relaciones” establecemos diferentes estrategias de facilitación que, provocando respuestas automatizadas a las fuerzas de acción-reacción y controlado la Presión Interna Abdominal, que nos permitirán movernos de manera adecuada.
Para la función postural, el Sistema Miofascial dispone de diferentes elementos: la musculatura tónica, la musculatura dinámica y las fascias. Los primeros disponen de características adecuadas para su función antigravitatoria, se encargan de mantener el equilibrio y de estabilizar el movimiento. Por su parte, los músculos dinámicos, con características propias y diferenciadas, son responsables del movimiento en sí y del desplazamiento.
Por último, la fascia, como estructura global y elástica, tiene una función propioceptiva indispensable en la preprogramación (anticipación inconsciente del cerebro a lo que va a ocurrir), y sus receptores de presión y tensión informan constantemente al SNC provocando adaptaciones en la programación motriz.