Existen tres reglas que definen el comportamiento del movimiento:
- Equilibrio: Las personas nos esforzamos por permanecer en equilibrio, y cuando realizamos cualquier movimiento nos readaptamos para mantener ese equilibrio.
- Economía: Intentamos realizar nuestra actividad consumiendo el mínimo volumen de energía evitando el exceso de fatiga.
- Confort o “no dolor”: El ser humano es capaz de realizar casi cualquier cosa y adoptar cualquier recurso y posición con tal de no sufrir dolor.

Cuando nuestro cuerpo está sano actúa según su fisiología en su funcionamiento natural El Equilibrio es prioritario (en términos absolutos, desde las paredes del organismo, vísceras, sistema neuronal,…), el cuerpo adopta soluciones económicas para su funcionamiento; todo ello en el bien entendido de que el conjunto resulta confortable.
Cuando aparecen los dolores, se sacrifica la economía por el confort, se prefiere gastar más energía con tal de no tener dolor, adoptando posturas, curvándose, reduciendo su movilidad y en definitiva sacrificando su natural equilibrio (por ejemplo la cojera).
Si el movimiento viene fundamentado por el equilibrio, economía y confort, también viene determinado por las características biológicas y genéticas del individuo, así como por sus vivencias personales (lesiones, operaciones,…) y su interacción con su entorno próximo (tipo de trabajo, forma de vestir,…).
Ha sido demostrado que mediante ejercicios correctivos se pueden compensar y equilibrar las Líneas Miofasciales, prevenir posibles lesiones o dolores e incluso eliminar los dolores.
No ha sido demostrado en cambio que mediante los ejercicios físicos se pueda llegar a influir en el equilibrio de determinados aspectos psicológicos o de carácter. Por ejemplo: Una persona tímida suele tener un predominio de la cadena anterior, hombros hacia delante y una posición enrollada. Eso lleva consigo una serie de complicaciones. Si consigue cambiar esa mala posición y esa persona llega a adoptar una posición de hombros abiertos y cabeza alta, podrá influir en su carácter.
Como hemos dicho anteriormente, no sólo los aspectos más puramente físicos son los que intervienen en el movimiento, sino que las propias vivencias, entorno y actividad diaria afectan directamente en él, y por tanto en las Líneas Miofasciales que son las encargadas de ejecutarlo y que se pueden ver afectas por los aspectos psicológicos, por lo genético y por los hábitos de vida.
Podemos definir un sistema motriz bien organizado como aquel que respeta las reglas del aparato locomotor, con ausencia de dolor, libertad de movimiento articular y adopción de las posturas adecuadas para cada estrategia motriz.