Montar a caballo es un excelente ejercicio físico que se puede practicar desde la infancia y sin límite de edad determinado, dependerá del estado de cada uno y sus intereses. Pero en la equitación, la postura tiene una importancia tan relevante, que marca la diferencia entre el disfrute, el control y las lesiones o la salud.
La buena postura tanto en el suelo como sobre el caballo, comienza por una adecuada alineación de los diferentes elementos de la columna. Estaremos erguidos pero confortables en la montura, sin rigidez ni tensiones importantes, con nuestro cuerpo centrado.
Todos los jinetes buscan ponerse rectos, porque eso es lo que les piden sus profesores y lo que dicen los libros y artículos de revista o de internet. Muchos problemas vienen cuando el jinete intenta ponerse recto a base de empujar su espalda desde atrás, hacia delante y arriba. Con este esfuerzo solo conseguirá rigidez y tensión, que se transmitirá por el brazo y las caderas, y que interferirá no solo en los movimientos del jinete, sino también en los del caballo. La comunicación entre los dos estará dificultada y la capacidad de la persona para adaptarse a los movimientos del caballo, será muy complicada e ineficiente.
La posición sentada conlleva una basculación pélvica hacia atrás que obliga a las lumbares a flexionarse, perdiendo o rectificando la curva lumbar natural, la lordosis fisiológica. La columna se encorva hacia delante y la cabeza se adelanta, por lo que mantenerse “recto” requiere un esfuerzo constante y agotador que tiene un resultado poco eficiente.
En la silla de montar, debido a su forma y a la posición de las piernas por debajo de la pelvis, esta basculación es menor y por eso se puede mantener la columna erguida, de forma similar a en la posición de pie. De esta manera encontramos una columna capaz de absorber impactos, proporcionar puntos estables a los brazos y facilitar el control de la zona abdominal y pélvica, elemento esencial en la comunicación con el caballo.
Practicar la posición correcta del jinete sin estar montados, nos puede ayudar a trabajar las sensaciones y el control de esta posición para después reproducirlo sobre el caballo. En SPRT proponemos dos ejercicios:
- Nos sentamos en una silla sin apoyarnos en el respaldo, y poniendo una de las esquinas entre las piernas, de manera que las rodillas estén mucho más bajas que la pelvis. De esta manera la pelvis proporciona una base adecuada a la columna para recrear las curvas naturales de la posición erguida.
- A partir de aquí iremos construyendo lentamente la postura sobre los isquiones, empujando desde delante y colocando suavemente una vértebra sobre otra hasta llegar a la cabeza.
- Erguida se refiere a sostenida en el sentido contrario a la gravedad, es hacia arriba y desde la base, no desde atrás. Para conseguirlo, la cabeza deberá estar alta desde la base del cráneo y la zona superior de la cabeza, dejando que la barbilla caiga.
- Si estamos bien situados, debemos sentir el mismo peso en cada isquion y la misma sensación de apoyo en cada pierna. Además deberíamos poder mover la pelvis, basculándola hacia delante y hacia atrás, e incluso de la parte derecha e izquierda por separado. Es importante poder hacerlo desde la base, desde la pelvis y no desde las lumbares.
- Una vez realizado el ejercicio 1 lo reproduciremos sin apoyo de la silla. Nos ponemos de pie con las piernas separadas y los pies orientados ligeramente hacia los lados. Flexionamos las rodillas un poco y para mantenernos sin fatiga debemos generar unas fuerzas constantes por las rodillas hacia las puntas de los pies.
- Con el cuerpo relajado hacia delante, volvemos a reproducir la colocación de la columna hasta la cabeza, tal y como lo hemos hecho en el ejercicio 1.
- Una vez tenemos la columna alineada, mantendremos durante unos segundos la posición trabajando con la sensación que tenemos en la columna, cuando: el sacro cae hacia el suelo, la cabeza busca el techo con la barbilla caída y las rodillas buscan la punta de los pies.